En esta noche nos hallamos aquí reunidos en cuerpo, espíritu o pensamiento todos los que alguna vez te conocimos, todos los que alguna vez te vimos o te escuchamos... no somos demasiados ya que siempre intentaste pasar desapercibido aunque a veces resultara casi imposible, pero somos todos cuantos se necesita pues así será menor el daño, o así espero que sea.
No puedo obviar lo curioso que resulta que yo mismo te escriba esta carta a modo de despedida y esquela, la verdad es que no resulta demasiado común que el asesino sea el encargado de oficiar el funeral pero qué se le va a hacer, tampoco tuviste una vida demasiado común. Naciste sin que nadie te concibiera ni mucho menos te esperara y pronto tu viejo hermano tuvo que arrodillarse ante ti, aunque como bien sabemos tú y yo su muerte estaba firmada y solamente esperaba la fecha de su ejecución.
No puedo despedirme de ti sin pedirte perdón, en primer lugar por haber dejado que llegaras a este mundo donde solo te aguardaban el dolor y la muerte, me gustaría decirte que no va a volver a pasar pero aún no lo sé controlar. También debo disculparme por esconderte, quizás fue mi mayor error pues cuando hubiste madurado ya no pude sacarte al exterior, aún tengo sangre entre las uñas por esto que fue sin duda lo que te mató aunque espero esta vez sí haber aprendido la lección.
No sé qué pasará contigo, espero ser capaz de dejarte marchar y que por fin lo dos podamos descansar... te lo debo... me lo debo... No sé si nos volveremos a ver, si es así deseo con toda mi alma poder cuidarte un poco más y que la historia tenga un mejor final. Pero si no es así solo me resta recordarte que ya nunca te podré olvidar.
Aquí descansa una parte rota de mi corazón.