Sombra

Estás. Pero no mucho.

Ni te vas ni te echan, pero como si hubiera sido así.

Pues aunque no te maten de hambre, si te dejan con un décimo del pastel estando acostumbrada a tenerlo entero te deja a la altura de las ratas del suelo. Y tú no te puedes conformar con las migas que caen, ya no. Otra vez no.

Lágrimas ajenas

Otra noche tú y tu almohada mojada de sal.

Otra noche tienes la cama húmeda aunque no seas ya ese niño que no necesita pañal pero sí.

Otra noche las lágrimas recorren tu cara hasta estrellarse con las sábanas.

Pero esta noche no son tuyas. Han salido de tus ojos pero no tu corazón, pues está ocupado preparándose para la siguiente herida. Las de hoy son menos amargas. Porque regar las pestañas está bien, pero mejor si es con el dolor de otros.

Inevitable

Lo que tenía que pasar, pasó.
Como no podía ser de otra manera.
Como el invierno que llega después de un largo verano sin pasar por el otoño.
Como cuando las hojas aún verdes caen heladas sin haber oportunidad siquiera de cambiar su color, sin avisar lo que vendría.

Pero tampoco hacía falta. Basta con haber prestado un poco de atención a lo que sucede cada año para saber lo que pasará el siguiente.
No hace falta ver ninguna señal para no dejarte engañar por el verano.
Sabes que por mucho calor que haga, por mucha luz que veas, por mucho que parezca durar; se acaba.

Y cuanto más te hayas creído la dulce mentira del verano más hondo penetrarán las garras del frío invierno en tu interior para rasgarte el alma.

Fe

¿Luz? Sí.

Pero hasta las salas de tortura tienen bombillas. No te dejes engañar. Puede parecer que si ves la luz al final del túnel es que llega la salida. Que por fin vas a abandonar la oscuridad. Que se acabó el camino. Que el sufrimiento ha llegado a su fin.  

Pero también puede que no.

Puede que simplemente sea otra bombilla. Otro trampantojo que se te ha puesto delante para que te ilusiones, para que dejes volar tu mente mientras tu cuerpo cae sin remedio en la infinitud de la oscuridad.

Van demasiadas bombillas y ningún sol.

Difícil que cambie la tendencia cuando ni siquiera es seguro que haya estrellas en tu camino.

Pero si no creyeras en ellas habrías dejado de andar. Así que no te queda otra que correr hacia la luz, con los ojos cerrados y con el corazón abierto. Y si es una bombilla y detrás solo el abismo te espera, al menos habrás dado tu último paso feliz. 

Reboot

Nuevo año, nueva vida, misma hoja de ruta. La que tiene por destino el más grueso muro y por camino solo atravesarlo con tu cabeza.

Sin efecto túnel posible.

Solo un crujido de huesos y esperanzas rotas puede acabar con el disparo.

El mismo resultado de siempre, el mismo dolor de siempre, la misma oscuridad y el mismo final amargo.

Como el que toma un ristretto por primera vez.

Como el que es demasiado joven para entender el amor.

Como el que es demasiado viejo para entender la ilusión.