jueves, 2 de agosto de 2018

Y por fin, tras volver al lugar del que nunca debiste salir y, gracias a lo que haya en el cielo o en el infierno saliste; te encuentras con más de lo que dejaste: realidad. Pura y dura realidad. El mundo es así, es de verdad. No sirve de nada perder horas pensando como debería ser el reflejo que te devuelve el mundo dependiendo de lo que le proyectas si luego, en un instante, se rompe en pedazos cortando tu alma dejando ver lo único que puede mostrar: realidad.

El mundo es el que es. Es así, son las reglas del juego, de su juego, el que todo estamos obligados a jugar. Y no podemos evitarlo, podemos luchar, podemos decir que no es justo podemos teñir el espejo o curvarlo para cambiar lo que se nos muestra pero al final, cuando se rompa, siempre quedará lo mismo. Realidad.

Y lo sabes, cuando estés andando oirás una mirada o verás un gruñido que inequívocamente que estás equivocado, que toda tu construcción es solo una basura útil para huir, pero completamente inservible para vivir. La realidad siempre te alcanza. Y cuando más tardes en aceptarla peor va a ser para ti.